La medicina no es una ciencia exacta, sino que está sujeta a la variabilidad del momento, de modo que no está exenta de que se pudieran cometer errores que terminen en una demanda. A continuación te hablamos de prácticas que pueden implementarse en una organización o servicio médico para reducir al máximo los riesgos por negligencia.
El principal objetivo de un médico es prestar su servicio de atención médica a los enfermos para contribuir a la recuperación de su salud. En la actualidad, dentro de los principios éticos de la práctica médica, se señala en el término “principio de beneficencia”, que consiste en promover el beneficio del paciente como propósito fundamental, llevando implícito el principio de “no maleficencia”, es decir, evitar cualquier acción que pudiera causarle daño.
La atención médica debe poseer los siguientes componentes:
- Ser oportuna y estar centrada en el paciente.
- Cubrir las necesidades de salud y expectativas del paciente.
- Calidad, seguridad, efectividad, eficiencia y equidad.
- Satisfacción del paciente y satisfacción del personal.
- Basarse en la capacitación y actualización permanente del personal.
Pero, ¿qué ocurre cuando no se cumplen estos principios?
La negligencia médica
El concepto de negligencia médica se define como una mala praxis o error realizado por un médico o personal de salud, el cual pone en riesgo la vida del paciente.
Entablar una buena comunicación médico-paciente es esencial para establecer una buena relación. Del mismo modo, se permite que el paciente se exprese y confíe en el personal de salud que lo atiende. A menudo una buena comunicación puede prevenir demandas por negligencia.
La negligencia médica prevenible corresponde a situaciones como equivocación o retraso del tratamiento médico, fallos en el diagnóstico, falta de consentimiento informado, falta de entrenamiento, lesiones al nacimiento o mala práctica obstétrica, errores quirúrgicos, falla del equipo médico, supervisión inadecuada o la continuación de tratamiento, falta de trabajo en equipo o comunicación, fracturas subsiguientes, infecciones o lesiones, incluyendo lesiones intencionales.
La negligencia médica no prevenible corresponde a situaciones como reacciones alérgicas no conocidas o también conocidas, como en eventos adversos.
Recomendaciones para prevenir una demanda por negligencia médica
Estas son algunas recomendaciones para minimizar los riesgos de demandas en tu práctica diaria:
- Educación y capacitación médica continua. Es una buena recomendación elegir cursos de perfeccionamiento que avalen la capacidad del personal, así como los de actualización sobre temas especializados.
- Documentación médica adecuada, clara y precisa. Se debe recordar que la historia clínica es un instrumento médico-legal en el que se registra absolutamente toda la información del paciente. Estos documentos deben incluir el consentimiento informado donde el paciente autoriza la intervención médica posterior a que el médico le ha informado todo el procedimiento, los riesgos y beneficios del mismo forma libre, voluntaria y consciente.
- Entablar una buena comunicación médico-paciente. Este aspecto es esencial para establecer una relación amena y de confianza con el paciente y su familia.
- Aplicar guías de atención médica en la práctica clínica diaria.
- Buenas condiciones laborales. Esto incluye un equilibrio en la carga de trabajo de todo el personal.
- Tener una visibilidad y entendimiento permanente sobre los posibles efectos adversos de cualquier tratamiento, terapia, dispositivo médico, etcétera.
10 recomendaciones para prevenir el error médico, la mala praxis y la responsabilidad profesional
A continuación presentamos otros consejos prácticos y recomendaciones que ayudarán a reducir los riesgos de enfrentar una demanda.
- Contar con los títulos universitarios y acreditaciones correspondientes que respalden:
- Título y diploma universitarios debidamente registrados ante las autoridades competentes de todo el personal.
- Cédula profesional y/o de especialista de todo el personal.
- Certificación del Consejo de la Especialidad correspondiente.
- Mantener un alto nivel de competencia a través de la educación médica continua, actualizaciones y certificaciones.
- Otorgar atención médica integral, con oportunidad, competencia profesional, seguridad y respeto a los principios éticos de la práctica médica.
- Sustentar la competencia profesional en la disponibilidad de los conocimientos médicos vigentes, en las habilidades requeridas para la realización de los procedimientos y en el desarrollo de experiencia para la solución de problemas complejos.
- Referir al paciente con otro médico, a la unidad médica o al nivel de atención que correspondan, cuando se carezca de los elementos necesarios para otorgarle una atención con la calidad y seguridad necesarias.
- Apoyar las decisiones que tome el personal médico con las evidencias disponibles.
- Apegarse a las medidas de seguridad y prevención de riesgos para los pacientes.
- Consultar y usar las Guías de Práctica Clínica.
- Contar con expediente clínico para cada paciente integrado conforme a la Norma Oficial Mexicana NOM-168-SSA-1 del Expediente Clínico y las disposiciones oficiales relacionadas.
- Justificar en el expediente clínico las decisiones que se tomen, especialmente cuando no estén sustentadas en la normatividad vigente.
En general, la mejor práctica es asegurarse de que se gestiona una práctica médica adecuada bajo los lineamientos legales, así como una capacitación médica continua que aumentará sus conocimientos en su campo con un alto nivel de competencia. Todo ello puede proteger a un consultorio, gabinete o clínica de sufrir eventos como una demanda por negligencia.
Referencias
- Negligencia Médica. Dave Abels. Abogado de Mala Práctica Médica en Chicago.
- Carrasco Vera, Oscar. Cómo prevenir presuntas demandas de mala praxis médica. Revista Médica La Paz, vol.22 no.2, 2016.
- Medidas preventivas para no incurrir en una negligencia médica. Atlas Abogados.
- Germán Fajardo-Dolci, Germán y Meljem-Moctezuma, José. “Recomendaciones para prevenir el error médico, la mala práctica y la responsabilidad profesional”. Revista CONAMED, 2012.